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Año nuevo

Año nuevo

Para todos los que se preguntan por qué en febrero sus proveedores o clientes chinos, responde al teléfono o contesta los correos electrónicos, la respuesta es muy sencilla, el año nuevo chino. Esta fecha es la celebración más importante para casi 2.000 millones de personas en todo el mundo, y en su país de origen todo se detiene durante casi 15 días. Atrincherado, intentando cubrirme de los miles de fuegos artificiales que estallan sin cesar día y noche en cada rincón de Beijing, y en cada rincón del Este asiático, intento concentrarme para escribir estas líneas. Aunque parezca exagerado, habría que imaginar que en cada edificio de Santiago se lanzaran fuegos artificiales como los del año nuevo en Valparaíso, y sólo así podrían imaginar lo que sucede aquí durante casi 15 días en estas fechas. Para los chinos, la fiesta de la primavera o año nuevo lunar, que se inició el pasado jueves, es una oportunidad de dar ofrendas a las divinidades y los antepasados, y pedir buena suerte para el año que comienza. Millones de personas asisten a los pocos templos que sobrevivieron a la revolución cultural, para disfrutar de los festivales que se celebran en su interior, y así poder observar antiguas tradiciones que el crecimiento económico desatado va dejando de lado. Pero por sobre todo es una fecha de reunión familiar. Millones de personas se trasladan desde sus lugares de trabajo a sus pueblos de origen para reunirse en la casi única oportunidad en el año en que toda la familia puede estar junta. Este año ha sido particularmente difícil para gran parte del sur del país debido a las inusuales nevazones que han hecho colapsar los principales medios de transporte, y para que decir el fuerte sismo que azotó a la provincia de Sichuan. Desde que se inició el proceso de apertura, esta fecha ha ido cobrando cada vez más fuerza entre la población, para quienes, luego de desaparecer la mayoría de los objetivos que habían regido sus vidas desde el triunfo de la revolución en 1949, han visto un renacer de antiguas creencias que parecían estar olvidadas.

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